Sentimientos *** MACARENA *** UNA VEZ VIVÍ ***

Sentimientos

Aprendamos a vivir plenamente, sintiendo vibrar cada célula de nuestro ser. Aprendamos a saber agradecer tanto en la adversidad como en el gozo, todo supone un crecimiento interior. Aprendamos a sabernos seguros pues descansamos en Él. Él aquieta, eleva, nos otorga cuanto podemos tolerar, en el dolor inmenso, injusto, irreparable, que hace que nos revelemos ante su voluntad más de una vez, y allí está el misterio de la vida, no siempre es mágica y tiene diversas tonalidades, con aceptación, profunda fe, nuestro espíritu se expande y comprende y aprende lo ilimitado que es el Creador.
Hoy, mi corazón me ha dictado estas palabras, unidas a un hondo sentimiento de gratitud, pues poseo un tesoro, Él me lo otorgó, corpóreo, alma pura, plena de sabiduría, mi corazón es el cofre dónde habita y en mis actos se refleja en ternura.
Soy sólo una pequeña semilla al servicio de venerado método,dando fruto, aprendiendo, deseando ser digno reflejo del tesoro, que atesoro…
Aprendí a mis años cuando ya no hay futuro, que es el hoy y ahora, aprendí los caminos que llevan a la benevolencia de Dios, de la mano de la Santísima Virgen que intercede humildemente, y todos los sonidos son diferentes. Hasta el silencio es música en su esencia…
Aprendo, que cuando una ilusión cristaliza, obsequio de la Providencia al mapa del alma que une distancias, se deben soltar amarras, acudir al encuentro, grabar cada instante en cada recodo de los sentimientos, en el derrotero de la sangre, será maravillosa evocación que acompañará el resto de los días

Aprendamos a abandonarnos en el AMOR, a vislumbrar el Infinito éxtasis que conlleva el AMAR al AMOR

Maricarmen Menéndez García

MACARENA

SALMO 39 *** UNA VEZ VIVÍ *** MACARENA ***

SALMO 39

Yo me dije: vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza.

Pero mi herida empeoró, y el corazón
me ardía por dentro; pensándolo,
me requemaba, hasta que solté la lengua.

Señor, dame a conocer mi fin
y cual es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.

Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?

Tú eres mi confianza.

Líbrame de mis iniquidades.

Aparta de mí los golpes,
escarmientas al hombre castigando su culpa.

Escucha, Señor, mi oración, haz caso mis gritos,
no seas sordo a mi llanto: porque soy huesped tuyo,
forastero como mis padres.

Aplácate, dame respiro, antes que pase y no exista.

Del Libro de los Salmos.
Maricarmen
MACARENA